miércoles, 26 de enero de 2011


El Secreto de Anatoly: Capitulo 1

DESPERTAR




Cómo empezar a contar ésta historia, mmm...

...Todos dicen que siempre es mejor empezar por el principio, sí, es lo mejor, así que empezaré por contar todo cuanto recuerdo, y no es que recuerde mucho, pues los recuerdos de mi vida empezaron en el mismo instante en que desperté en ese cuarto roñoso, toda mi vida anterior se encuentra en oscuridad total.


Cuando abrí los ojos fue como nacer, sólo era un ente nuevo en éste mundo, un recién llegado, no como un bebé sin conocimiento de nada, sino como un extraño que no sabía nada de sí mismo pero sí bastante del mundo en que acababa de arribar.


La oscuridad del recinto era total, pero aun así mis ojos me mostraban con claridad ese mal oliente lugar, aunque no con gran nitidez, no se me hizo extraña la sensación de poder atravesar tal oscuridad con mi visión, claro, jamás la había utilizado o no recordaba haberla utilizado. Ahora sé que eso me hubiese resultado imposible si fuera un humano como creo que algún día fui.


Sí, no soy humano, pero "sueño" con serlo, o al menos me consuela el hecho de creer que tal vez alguna vez lo fui. No sueño en realidad, me han dicho que soñar es un estado que sólo se da cuando dormimos, que nos muestra imágenes de nuestra vida, de nuestros deseos...

Pues yo no sueño, al menos dormido, así que anhelo, sólo hasta eso llego, pero eso no importa ahora.


Me levanté del hediondo colchón en el que me encontraba tirado, grave error, al levantarme con la velocidad con que lo hice un dolor inenarrable me torturo, recorrió cada músculo de mí ser, y no exagero. El dolor fue tan intenso que grité, el sonido gutural que lancé retumbó de forma extraña en ese recinto y luego caí nuevamente en aquel colchón putrefacto.


Unos minutos después me pude levantar sin que mi cuerpo se quejara de dolor, aunque tuve que hacerlo despacio, mis músculos no estaban en su mejor forma, parecía que no hubieran sido usados en años. Ahora que el dolor no acaparaba toda mi atención, pude detenerme a observar la situación, estaba desnudo, mi cabello llegaba hasta mis hombros, (aún hoy llega hasta mis hombros, no crece ni un milímetro, no importa el tiempo que pase) la habitación en que me hallaba no tenía ventanas, únicamente una puerta derruida que apenas si se sostenía, a veces se movía y chirriaba, las paredes estaban sucias y mohosas, el hedor era muy fuerte pero podía soportarlo, podía ver una mesa en frente de mí, con unos objetos encima, ésta y el colchón hediondo eran las únicas cosas que amoblaban el derruido cuarto.


Pasaron unos minutos antes de que diera mi primer paso, pero pudieron ser horas, no lo sé con exactitud, no sabía que hacer pero mi instinto me decía que debía moverme. A los pocos pasos que di sin saber a donde ir, se apoderó de mi ser una sensación que aún hoy detesto con toda mi alma, (claro si es que tengo una) mi cuerpo entero se retorcía pidiéndome algo, no sabía precisamente que era, pero intuía en lo profundo de mi subconsciente que era hambre, sí, mi cuerpo entero me instaba a comer, ellos, los otros que son como yo, lo llaman sed. Es una sensación insoportable que no te pide, te ordena encontrar alimento.


Las ganas de comer me convierten en otro, no razono, no pienso, sólo actúo y no importa como consiga mi alimento, lo importante es hacerlo, eso me pasó en ese momento. Mis sentidos se agudizaron y sentí el olor, el olor a gloria, un olor que tiene un poder balsámico sobre mí, en un principio no lo reconocí o tal vez sí, sólo que estaba en esa especie de trance en el que entro cuando tengo "sed", como lo llaman ellos, y como dije no razono.

El olor provenía de la mesa, la que estaba en frente de mí, así que sin dudarlo di grandes pasos y llegué a ella tan rápido como me fue posible, que por cierto es a una velocidad que no comprenden los humanos, allí sobre la roída mesa estaba un termo y dentro de él lo que tanto anhelaba mi ser, sangre, la bebí con tal avidez e impaciencia que no me importó que parte de ella rodara por las comisuras de mi boca, pasara por mi cuello y termira lentamente en mi pecho, cuando acabé de beber me sentí revitalizado, fuerte y con los sentidos muy bien puestos en su lugar, ni rastros de la locura que me atrapó por la falta del rojo líquido. Cuando pude pensar, supe que la sangre era de humano, no sé como pero lo supe, también supe a quien pertenecía, esa información me llegó con imágenes que entraron a mi mente sin ser llamadas, ahora sé que es una especie de conexión psíquica, sí, la sangre guarda la información de su dueño. Supe que aquella persona dueña de la sangre que acababa de beber era alguien despreciable, había asesinado a varios de sus congéneres, robado y golpeado sin remordimiento, tal vez merecía morir, pero mi nueva forma de pensar me indica que no soy nadie para juzgarle. Maldita sea, yo mismo soy un asesino sin quererlo, aunque parece que ese era mi destino.


Cuando estuve libre de la sensación de hambre, y tiré el termo que contenía la sangre, noté que en la mesa había otro objeto, era una caja negra, con un teclado numérico y al lado del teclado un lector de huella digital, no sé como podría saber eso si ni siquiera podía acordarme de quien era yo, pero lo sabía así que instintivamente puse mi dedo indice, el de la mano derecha sobre el lector, pero no pasó nada, entonces intenté con el pulgar, funcionó, un pequeño bombillo verde se encendió justo encima del teclado numérico, quise abrir la caja pero fue en vano, nada pasó.

Cuando la levanté descubrí una nota que se hallaba oculta bajo la caja, la leí. Me sorprendió el hecho de saber leer y a la vez no recordar algo tan importante como mi nombre.


La nota decía:


Si estas leyendo esto es porque has logrado sobrevivir, y te has transformado de forma satisfactoria. Espero que hallas bebido hasta la saciedad, debes aprender que sin sangre te debilitaras y seras presa fácil, así que bebe cuando te sea necesario, tendrás que cazar, no necesitas que se te enseñe eso, tu naturaleza hará el resto.

Ahora al grano, lo que nos ocupa es lo siguiente: la caja contiene información valiosa, por la cual matarían y de la cual depende la humanidad y la "no-humanidad". Como te habrás dado cuenta no basta con la huella digital para que sea abierta, se necesita un código especial, estas medidas de seguridad son necesarias, pues las manos equivocadas podrían apoderarse de su contenido. Sé que te darás cuenta de como abrirla pues sólo tu tienes la llave, ningún humano o no-humano puede abrirla a menos que seas tú.

Por lo pronto te pido que te vallas junto con la caja lejos de ese lugar, ya que es posible que te rastreen y no queremos eso.

Llama a este número: 389 562 58 96, es un celular, quien te conteste podrá ayudarte. Si no lograras comunicarte, por favor busca "La Lanza Negra".

Vete lo antes posible, y perdóname por no haber sobrevivido, pero la información que guarda mi mente puede filtrarse, así que he decidido dejar de existir. Sé que no recuerdas nada sobre quien eres, pero es mejor así, te nombré Anatoly, ese es tu nombre de ahora en adelante. Ah, otra cosa, no intentes abrir la caja por la fuerza, sé que tienes el poder de hacerlo, pero si así lo haces un mecanismo de autodestrucción hará que su contenido sea incinerado, y la información se perderá para siempre.


PD: Trata de sobrevivir.